“Cuando equivocamos el camino,
cada paso es un nuevo error”.
Para los legisladores municipales de la mayoría, no importa si son miembros del PNP o del PPD, la decisión de cómo han de votar a todo proyecto presentado es muy sencilla: favorecer todos los proyectos que presente la administración independientemente de sus méritos. Cuando están en minoría, la decisión es igualmente sencilla: aprovechar toda oportunidad para obstaculizar las iniciativas de la administración y, si es posible, capitalizar esas decisiones con aquellos sectores que, por buenas o malas razones, se oponen a las pretensiones del alcalde de turno.
Si los legisladores del PIP caemos en esas mismas actitudes politiqueras, seremos más de lo mismo que ha corrompido la política puertorriqueña. No seremos diferentes a ellos y nuestra misión en las legislaturas municipales no contribuirá en nada a marcar una verdadera diferencia.
Nuestra cultura política nos ha impuesto unos estereotipos a cada ideología que les resultan difíciles de superar aun a aquellos muy bien intencionados y cuyo compromiso patriótico nadie puede cuestionar. Entre esos estereotipos que les aplican a los independentistas está el tener que defender todas las medidas que tome algún presidente asociado con lo que la gente llama “gobiernos de izquierda” y combatir igualmente las que tomen los asociados con los “gobiernos de derecha”. Faltar a estos preceptos preconcebidos hace a un independentista un traidor o un colaborador del “régimen”, entre otras calificaciones aún peores.
Siempre he creído que los seres humanos todos, ya sean etiquetados como derechistas, de centro o izquierdistas, deben tener un compromiso con la verdad y la justicia. Por supuesto, esa verdad y esa justicia van a afectarse por nuestra forma de ver y concebir la vida integralmente, pero debe prevalecer ante todo la buena fe y la convicción de que se actúa conforme a la conciencia y a nuestras creencias.
En la consideración de todos los proyectos que se presenten para aprobación o rechazo en una legislatura municipal, el legislador debe regir su criterio por lo que mejor sirva los intereses de su pueblo o ciudad y no, la de individuos o grupos de interés. Igualmente, debe tomar en consideración la seguridad individual y colectiva en todas sus manifestaciones. No debe ceder a presiones de nadie, si está convencido de que actúa conforme a su conciencia y debe procurar toda la información disponible sobre cada asunto, preferiblemente de fuentes independientes, para que sus decisiones estén siempre bien informadas.
Complacer a los que más griten o a los que tienen más poder solo conduce al fracaso y a la injusticia, y los legisladores municipales no fuimos llamados a eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario