"De buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno", así reza un viejo y conocido adagio. Esto viene muy al punto con la mal llamada "Vía Verde" que propone el Gobierno para "reducir" el costo de la energía y de las emisiones tóxicas de la quema de petróleo.
Nadie puede de forma responsable y seria estar en desacuerdo con la aspiración legítima de una sociedad, que, como la nuestra, depende casi enteramente del petróleo para satisfacer sus necesidades energéticas, en procurar fuentes más baratas y limpias para producir electricidad. El problema es que no hay gallinas gordas que pesen poco, ni tocineta sin colesterol.
En la vida todo tiene un costo. Luego, entonces, la incógnita que debe ser contestada es la que aprendimos en nuestro curso de Contabilidad 101 el primer día de clases: basado en la ecuación costo/beneficio, ¿es recomendable seguir adelante con este proyecto?
Recordemos que, cuando hablamos de costo y beneficio, nos referimos a todos los costos y todos los beneficios; es decir, aquellos de tipo económico y los que tienen que ver con la salud, el ambiente y la sustentibilidad del Planeta, entre otros. Desde ese punto de vista, el proyecto del gasoducto o Vía Verde tienen todavía muchas preguntas fundamentales que contestar.
Nuestro país tiene que buscar urgentemente maneras más eficientes y limpias de producir la energía que requiere para su mejor desarrollo y progreso. Nuestra carrera en ese proyecto está apenas comenzando.
No podemos, sin embargo, deslumbrarnos con la primera propuesta que nos prometa energía más barata. El costo económico de producir energía es importantante, pero es más importante aún conservar la salud del pueblo y la integridad de nuestros recursos naturales.
Así las cosas, en este momento, la verdadera Vía Verde que debe respaldar nuestro pueblo es la que ha endosado el Partido Independentista Puertorriqueño junto con decenas de comunidades vanguardistas y líderes ambientalistas a lo largo y ancho de Puerto Rico: la oposición a este proyecto tal como ha sido presentado. No es una oposición festinada o inpensada, pues, como dijimos antes, quedan demasiadas preguntas fundamentales sin una respuesta adecuada y la sustentibilidad de nuestra patria no se arriesga por consideraciones económicas fantasmagóricas.
En el Partido Independentista Puertorriqueño luchamos cada día por legar una patria libre a las futuras generaciones. Mientras tanto, hasta que llegue ese día, daremos la batalla en las mil y una tricheras que la lucha nos imponga.
¡A la lucha y a la victoria!
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