jueves, 18 de diciembre de 2014

Un lastre que debe quedar atrás

    Generalmente, el ser humano vive siendo prisionero de sus temores, de sus resentimientos, de sus odios, de sus frustraciones y de tantas otras experiencias o circunstancias que limitan su desarrollo pleno y su evolución hacia una vida feliz y progresista. Nos odiamos si diferimos respecto a los ideales políticos, religiosos o, simplemente, si tenemos puntos de vista diferentes sobre algún tema o asunto.
   En el terreno político y social, vemos cómo nuestras diferencias, a veces reales y a veces de percepción, nos hacen perpetuar resentimientos contra países, culturas, razas y tantos otros elementos que, muchas veces, ni cuenta nos damos de lo cercanos que están de nosotros.
   En el caso de Puerto Rico, la historia es muy clara e innegable. España, durante el tiempo de la colonización, nos sometió a grandes abusos y saqueos, denigró nuestra raza y nos privó de la libertad política y personal durante varios siglos. Los Estados Unidos de América hicieron y siguen haciendo esto mismo con nosotros, excepto que, por razones de estrategia política y no por razones altruistas, nos han otorgado algunas áreas de gobierno interno. Esto no debe extrañar a nadie: todos los imperios del mundo han hecho lo mismo a lo largo del tiempo con sus colonias, con un mayor o menor grado de crueldad.
   El ser humano, evolucionado o en proceso de evolución, no puede vivir odiando eternamente a aquellos seres que le causaron penurias y le ocasionaron daño en algún momento. Mucho menos, si los que agraviaron son personas de épocas pasadas que ni siquiera conocimos ni vimos jamás.
   En el caso de Puerto Rico, debemos reconocer que los españoles de hoy no son responsables de los eventos realizados por sus antepasados. Y en el caso de los norteamericanos, una cosa es la estructura política y económica de los Estados Unidos y otra cosa, en ocasiones, muy diferente, la gente del pueblo norteamericano, que sufre,  padece y disfruta de lo mismo que nosotros.
   Cuba, con sus luces y sus sombras, es un país de gente como nosotros; gente que aspira y sueña con un mejor mañana para sus hijos y para su patria. Por eso, la apertura para que podamos todos juntos colaborar en la construcción de un mejor mañana debe ser motivo de gozo para todos los hombres y las mujeres de buena voluntad.
   Qué viva España y todos los españoles de buena voluntad. Qué vivan los norteamericanos de buena voluntad. Ojalá sean capaces de reestructurar su aparato político para que sirva bien a toda la humanidad. Qué vivan los cubanos y bienvenidos a colaborar con el resto del mundo para construir un mejor planeta para todos. Qué viva Puerto Rico y todos los puertorriqueños. Que pronto podamos eliminar el vergonzoso colonialismo y disfrutar de la libertad que es el sueño de toda nación que se respete y aspire a la igualdad entre todos los seres humanos. 

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