Generalmente, el ser humano vive
siendo prisionero de sus temores, de sus resentimientos, de sus odios, de sus
frustraciones y de tantas otras experiencias o circunstancias que limitan su
desarrollo pleno y su evolución hacia una vida feliz y progresista. Nos odiamos
si diferimos respecto a los ideales políticos, religiosos o, simplemente, si
tenemos puntos de vista diferentes sobre algún tema o asunto.
En el terreno político y social,
vemos cómo nuestras diferencias, a veces reales y a veces de percepción, nos
hacen perpetuar resentimientos contra países, culturas, razas y tantos otros
elementos que, muchas veces, ni cuenta nos damos de lo cercanos que están de
nosotros.
En el caso de Puerto Rico, la
historia es muy clara e innegable. España, durante el tiempo de la
colonización, nos sometió a grandes abusos y saqueos, denigró nuestra raza y
nos privó de la libertad política y personal durante varios siglos. Los Estados
Unidos de América hicieron y siguen haciendo esto mismo con nosotros, excepto
que, por razones de estrategia política y no por razones altruistas, nos han
otorgado algunas áreas de gobierno interno. Esto no debe extrañar a nadie:
todos los imperios del mundo han hecho lo mismo a lo largo del tiempo con sus
colonias, con un mayor o menor grado de crueldad.
El ser humano, evolucionado o en
proceso de evolución, no puede vivir odiando eternamente a aquellos seres que
le causaron penurias y le ocasionaron daño en algún momento. Mucho menos, si
los que agraviaron son personas de épocas pasadas que ni siquiera conocimos ni
vimos jamás.
En el caso de Puerto Rico,
debemos reconocer que los españoles de hoy no son responsables de los eventos
realizados por sus antepasados. Y en el caso de los norteamericanos, una cosa
es la estructura política y económica de los Estados Unidos y otra cosa, en
ocasiones, muy diferente, la gente del pueblo norteamericano, que sufre, padece y disfruta de lo mismo que nosotros.
Cuba, con sus luces y sus
sombras, es un país de gente como nosotros; gente que aspira y sueña con un
mejor mañana para sus hijos y para su patria. Por eso, la apertura para que
podamos todos juntos colaborar en la construcción de un mejor mañana debe ser
motivo de gozo para todos los hombres y las mujeres de buena voluntad.
Qué viva España y todos los
españoles de buena voluntad. Qué vivan los norteamericanos de buena voluntad. Ojalá sean capaces de reestructurar su aparato político para que sirva bien a
toda la humanidad. Qué vivan los cubanos y bienvenidos a colaborar con el resto
del mundo para construir un mejor planeta para todos. Qué viva Puerto Rico y
todos los puertorriqueños. Que pronto podamos eliminar el vergonzoso
colonialismo y disfrutar de la libertad que es el sueño de toda nación que se
respete y aspire a la igualdad entre todos los seres humanos.