martes, 22 de julio de 2014

Las casas acreditadoras y sus funciones


                                                                                 
Hace apenas unos años nadie hablaba de las casas acreditadoras y casi nadie conocía cuáles eran sus funciones. Esto no ha cambiado mucho hoy, aunque ahora todos hablan de ellas y sus degradaciones del crédito de Puerto Rico.

El gobernador Alejandro García Padilla dice estar harto de ellas, porque casi todos los días degradan aún más nuestros bonos y nuestro crédito, cosa que, según él, no hacían antes. Mi compueblano Silverio Pérez dijo, en una columna reciente, que hace unos años, cuando Puerto Rico construía “obras faraónicas” mediante préstamos, las casas acreditadoras se hacían, dice él, “de la vista larga”.   

Tanto la insinuación del Gobernador, como la que hace el amigo Silverio en aparente validación del comentario de AGP dejan al descubierto su desconocimiento de las funciones y razón de ser de estas entidades analistas de crédito.

Moody’s, Standard & Poor’s, Fitch, y todas las otras analistas del crédito gubernamental y de otras empresas privadas, no están para defender de la bancarrota  a los gobiernos. Ellos existen, fundamentalmente, para orientar a los inversionistas o bonistas, sobre cuáles bonos o inversiones son más favorables para sus clientes, en este caso, los bonistas, que son los que pagan por sus servicios. Y los bonistas son todos los que compran bonos. Algunos son muy ricos y otros son, sencillamente, entidades y personas que invierten sus ahorros, muchos o pocos, con la expectativa de obtener un rendimiento razonable. Algo que es totalmente legal y que la entidad que los vende lo hace voluntariamente, igual que usted y yo cuando acudimos a solicitar un préstamo.

Es cierto que las casas acreditadoras han cometido errores en el pasado al orientar a sus clientes. Es cierto que, a veces, sus decisiones les hacen un grave daño a las entidades o gobiernos que son objeto de sus clasificaciones, que, como dijimos, puede que no reflejen la realidad. Pero debemos entender que esas decisiones responden a pronósticos basados en la especulación sobre lo que ha de ocurrir en el futuro. Cuando se  depende de eso, existe siempre la posibilidad de que algunos eventos no considerados puedan alterar la conclusión o afecten el pronóstico. Por ello, el trabajo se le asigna a un grupo de especialistas con amplio conocimiento y experiencia. No obstante, la posibilidad de no  acertar estará siempre presente.

En fin, los analistas de crédito, no responden a ideologías ni a partidos políticos nacionales como parecen sugerir los personajes citados al inicio de este artículo. No son ni malos ni buenos. Son, sencillamente, especialistas que, con sus virtudes y defectos, analizan unos patrones y circunstancias ubicados en un momento histórico determinado y les hacen unas recomendaciones a sus clientes, los bonistas.

Con degradaciones o sin ellas, Puerto Rico  va a levantarse. No porque pase el tiempo, ni por rogativas ni por cancioncitas pagadas para ocultar nuestra realidad. Puerto Rico se va a levantar por el esfuerzo y el trabajo de tantos puertorriqueños y vecinos de otras latitudes que aquí viven y que juntos haremos lo que corresponda para lograrlo.

Muchas administraciones antes, utilizando un modelo político y económico desgastado y colapsado, nos legaron esta realidad. Con el pasado, no podemos hacer mucho, excepto utilizarlo para no cometer los mismos errores. El presente precisa de lo mejor de todo el pueblo para crear el futuro que queremos legarles a las futuras generaciones. En ese camino deberemos estar todos sin recelos, culpas ni desmayo.

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