viernes, 7 de marzo de 2014

Ni fotuto, ni de minoría ni de oposición


Cuando acepté la encomienda de ser legislador municipal por el Partido Independentista Puertorriqueño, era consciente de que, gran parte de nuestro pueblo entiende que ese legislador de “minoría”, como suelen llamar a los que no pertenecen al partido que obtiene la pluralidad de votos en un pueblo o ciudad determinada, no tiene ninguna utilidad práctica. La creencia generalizada, que es en buena medida correcta, es que las decisiones las toma la mayoría y esta responde a las decisiones ya tomadas por la Administración, es decir, el alcalde. La verdad es que el sistema fue diseñado para que funcionara así y con eso, nos guste o no, hay que lidiar.




Sin embargo, las voces y las acciones que responden a la justicia y a la moral siempre serán necesarias y, cuando el poder del que toma las decisiones sea mayor, más imprescindibles serán esas voces y esas acciones. La verdad y la justicia, como el corcho en el agua, podrán ser impedidas de flotar hacia la superficie por un tiempo, pero más temprano que tarde flotarán a la vista de todos.

Nuestra misión, la de todos los legisladores municipales, es defender siempre y contra todo adversario, lo que creamos correcto. La posibilidad de que nos equivoquemos en alguna ocasión al desempeñar esa misión, estará siempre presente, pero debe siempre guiarnos la defensa de los intereses legítimos de la ciudad o pueblo que nos eligió.
No somos, por tanto, ni legisladores de oposición ni de minoría. No somos de oposición, porque no nos debemos oponer a las iniciativas que, a nuestro juicio, beneficien al pueblo, vengan de donde vengan. Y no somos de minoría, porque defendemos a todo el pueblo, independientemente de si votaron por nosotros o no.
A veces vemos compañeros que entienden que adelantan sus particulares agendas personales o partidistas, si condenan y se oponen a todo lo que proviene de sus adversarios políticos. Asimismo, aplauden y favorecen lo que proviene de sus correligionarios. El pueblo conoce a estos personajes como fotutos o fotuteros. Lastimoso el papel que desempeñan estos legisladores.

Las ideologías son muy importantes en nuestras vidas. Son el mapa de ruta que entendemos viabilizará  lo mejor y lo más conveniente para nuestro pueblo y nuestra gente. Sin embargo, las ideologías son para que sirvan a nuestra gente,  no lo contrario. El ser humano debe ser la razón y el objetivo último de cualquier ideología. Por eso, nuestro compromiso más sagrado debe ser el procurar el mayor bienestar en términos de dignidad, calidad de vida y una expectativa real de un mejor futuro para toda nuestra gente. Y en el caso de los legisladores municipales, el pueblo o ciudad que confió en nosotros para encomendarnos la defensa de sus intereses. Ese debe ser nuestro compromiso primario.

Los independentistas aspiramos a ser independientes, pero la independencia no es sinónimo de aislamiento ni autosuficiencia. La interacción entre individuos y pueblos es indispensable para la consecución de objetivos comunes que favorezcan a todos. Decía un alto mandatario latinoamericano que “el que sueña solo, sólo sueña”. Y así es, para alcanzar logros importantes es necesario el concurso de muchas voluntades y la cohesión de muchos esfuerzos que aglutinen, tanto a los que son afines a nuestros pensamientos como a los que no lo son. Como dijo el poeta Nicolás Guillén: “para hacer esa muralla, tráiganme todas las manos: los negros sus manos negras, los blancos sus blancas manos”.

La muralla en contra de la injusticia y la inequidad social y económica, así como el puente a la participación colectiva de todos los sectores de una sociedad en aquellas iniciativas que promuevan un mejor pueblo o país, requiere que dejemos de lado nuestros disfraces de fotutos, ya sean de mayoría o de minoría.


Este legislador, consciente de la gran responsabilidad y el honor que recibió de parte del Partido y de la gente de Guaynabo al llevarlo a desempeñar el cargo que hoy ocupa, habrá de cumplir esa encomienda como hasta hoy lo ha hecho: fiel a la defensa de los mejores intereses de mi ciudad, como legislador de mayoría, oponiéndome solamente a lo que no ayude a mejorar nuestra calidad de vida y rechazando asumir el papel de “fotuto”. Así se construyen las murallas fuertes contra la injusticia y se tiran puentes hacia un mejor futuro. Y como la verdad no se pueda ocultar indefinidamente, ese pueblo que hasta hoy ha validado opciones que nos han sumido en la degradación moral y económica que padecemos, se levantará, yo espero que pronto, a demandar su independencia y su lugar de dignidad y progreso entre todos los pueblos hermanos del mundo. Así será.