lunes, 23 de mayo de 2011

Reflexiones después de una tarde inolvidable

Por: Andrés Rodríguez Rivera
Compartir unos momentos con Rafael Cancel Miranda es una experiencia impactante. Es compartir con un poeta, con un ser humano fuera de serie y compartir con un prócer vivo, entre muchas otras cosas. Rafael es una amalgama perfecta de valor, sacrificio y sensibilidad, pero, además, es el arquetipo al que deberíamos todos aspirar.
Ayer (22 de mayo 2011), un selecto grupo de amigos y familiares nos dimos cita en un hermoso paraje guaynabeño para disfrutar y edificarnos con quien es, sin duda, una de las figuras más respetadas y admiradas de nuestra patria: el legendario Rafael Cancel Miranda.
A las 5:00 p.m. en punto llegó el Patriota, tal como había convenido. El día estaba muy lluvioso y él regresaba de Cayey. Fuimos muchos los que pensamos que su asistencia a la actividad tendría que ser cancelada debido a las inclemencias del tiempo. “Pito”, como lo conocen sus más allegados, contestó a los que tuvimos ese temor: “cuando yo doy una palabra, es la palabra de un nacionalista”. Y es que los verdaderamente grandes, lo son aun ante las cosas pequeñas.
La conversación se inició a eso de las 6:00 p.m. y se extendió más allá de las 9:00 p.m. Los que han compartido alguna vez con este prócer saben que el reloj se convierte durante su charla en un objeto sin autoridad ni poder de mando alguno.

Como suele suceder en este tipo de evento, entre los presentes, unos conocían muy bien a don Rafael y otros no tanto, sobre todo porque en el grupo abundaba la gente joven; pero al cierre de la actividad, todos compartimos la misma sensación: habíamos disfrutado una de las mejores tertulias de nuestras vidas. Sobre todo y ante todo, porque habíamos tenido ante nosotros a un verdadero prócer que no estaba encerrado en un libro de Historia o de texto, sino que estaba vivo y con mayor sensibilidad y sabiduría que nunca antes.
Patriota, gracias porque, siendo tan grande, nos das la oportunidad de compartir contigo como iguales.